Alias «el Lechuza»
Keith Luger
El pito sonaba rítmicamente en el amplio patio del Correccional de Adolescentes Femeninos. Era la clase de gimnasia. Las muchachas se movían al compás del pito y reproducían los movimientos gimnásticos con matemática precisión, bajo la mirada severa de la celadora encargada del ejercicio. La celadora era una mujer de anchos hombros, rostro de arpía y mirada desprovista de brillo, aunque estaba pendiente del menor movimiento equívoco de las chicas.